(Pandacán, Manila, 1835 - Manila, 1872) Religioso y patriota filipino, uno de los tres mártires de la revuelta de 1872 junto a los también religiosos José Burgos y Mariano Gómez, considerado por ello uno de los pioneros en la lucha frente al dominio colonial español.
Hijo del capitán de la milicia local de Pandacán, Jacinto Zamora se formó en el Colegio San Juan de Letrán de Manila, obteniendo el bachillerato en Artes, y después en la Universidad de Santo Tomás, donde se licenció en Derecho Canónico y Civil (marzo de 1858).
Ordenado sacerdote en 1862, ejerció el cargo de párroco de las sedes de Marikina, Pásig y Batangas antes de ganar por oposición una plaza en la Catedral de Manila (diciembre de 1864). Sensibilizado hacia las injusticias sufridas por el pueblo filipino, ya en 1860 participó en una protesta estudiantil contra las autoridades que le valió dos meses de privación de libertad, y al plantearse la cuestión de la secularización del clero fue nombrado junto a los padres Burgos y Gómez miembro del Comité que debía estudiar dicha reforma.
Jacinto Zamora fue acusado de ser uno de los instigadores de la insurrección de Cavite (20 de enero de 1872), aunque probablemente no tuvo siquiera conocimiento de los hechos. Al parecer, la única prueba que le implicaba resultó ser un desafortunado malentendido: las autoridades se hicieron con una nota en la que se afirmaba que un día antes acudiría a una reunión de amigos "bien pertrechados de pólvora y municiones", cuando en realidad se refería a ir bien provisto de dinero a una de las habituales partidas de naipes a las que el padre Zamora tenía costumbre de asistir.
Juzgado ante un Consejo de Guerra por conspiración y sedición, apenas tuvo oportunidad de defender su inocencia dada la determinación del tribunal y del propio gobernador general, Rafael de Izquierdo, en encontrar pronto unos responsables de la insurrección pese a la inexistencia de pruebas. En consecuencia, fue declarado culpable de los cargos presentados, condenado a morir por garrote vil (15 de febrero de 1872) y ejecutado en compañía de los padres José Burgos y Mariano Gómez. Al contrario que estos dos últimos, cuenta la tradición que Jacinto Zamora se mantuvo en silencio en el momento de subir al cadalso, con la vista perdida en el horizonte, como si hubiera perdido el juicio.
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